Berna es la capital de Suiza y es una mezcla perfecta entre una gran ciudad y un pueblo de cuento, que es lo que verdaderamente es la parte vieja. De hecho el casco antiguo forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Pasear por sus calles nos ofrece la posibilidad de conocer y disfrutar cómo eran las ciudades medievales. En Berna sin duda encontramos uno de los ejemplos mejor conservados del urbanismo de la Edad Media. Además su pintoresca ubicación en un cerrado meandro del río Aare y situada sobre una lengua de tierra estrecha y elevada conforma una imagen de postal. Buena parte del casco antiguo es peatonal o solo accesible para transporte público por lo que es una delicia pasear por sus callejuelas. El centro está adornado con banderas en las calles con adoquines, construidas en una piedra arenisca distintiva de color gris-verde. Hay hasta 6 kilómetros de arcadas cubiertas que albergan tiendas, bodegas y bares.
Llegamos a Berna en coche y aparcamos en la zona este del casco antiguo, al otro lado del puente Nydeggbrücke. Y empezamos la visita precisamente por aquí. En este lado del río se puede ver un foso con osos, un recinto circular donde habitan algunos osos. El oso es el símbolo de la ciudad de Berna. De hecho el recinto está comunicado con una zona ribereña del río donde más tarde pudimos ver a los osos en un entorno más agradable. Comenzamos subiendo un poco por la calle Aargauerstalden para disfrutar de unas preciosas vistas desde el paseo que discurre por esta calle de la zona vieja, el meandro y el río. Tras sacar unas buenas fotos pasamos el puente y empezamos a visitar el casco antiguo. Ya desde el puente nos asomamos a ambos lados y el panorama es espectacular, especialmente hacia el lado del Untertorbrücke, un puente más bajo que flanqueado por casas medievales nos hace recordar muchas ilustraciones de cuentos clásicos.
Tras pasar el puente empezamos a recorrer la zona que se encuentra justo debajo y que da al mencionado puente de Untertorbrücke. Allí mismo vemos la iglesia protestante de Nydeggkirche. Las callejuelas son preciosas y tras explorarlas volvemos a subir al nivel del puente y abordamos la calle principal del casco antiguo: Gerechtigkeitsgasse, una elegante calle rodeada de edificios con arcadas y unas curiosas puertas que dan acceso a sótanos donde hay habilitados toda suerte de locales, restaurantes y comercios. Vamos avanzando por la calle que tras un tramo se convierte en Kramgasse. Aquí si cabe los edificios son todavía más bonitos. A lo largo de la calle vamos viendo también algunas fuentes espectaculares. Son toda una seña de identidad de las ciudades suizas y aquí pudimos ver tres buenos ejemplos: Zähringerbrunnen – adornada con un oso con armadura que porta el estandarte de la ciudad -, Samsonbrunnen – con Sansón luchando con el león – y Kramgassbrunnen, ésta algo más modesta. En esta calle se encuentra la casa en la que residió Albert Einstein que se puede visitar aunque nosotros no lo hicimos. Finalmente llegamos a la torre del reloj – Zytlogge – uno de los monumentos más reconocibles de Berna. Posee un precioso reloj astronómico donde hay una serie de figuras que cada hora hacen una especie de representación. Visitamos la torre por dentro, para ver de cerca el mecanismo del reloj y sobre todo para acceder al mirador desde donde hay preciosas vistas de las callejuelas.
Pasada la torre del reloj la calle pasa a ser Marktgasse, tras cruzar una amplia calle que en realidad es una plaza, la Kornhausplatz. En esta plaza podemos ver el teatro y también un edificio muy interesante, el granero o Kornhaus, que fue construido sobre unos sótanos abovedados. Se encuentra ubicado en la vecina calle Zeughausgasse, y alberga un restaurante en las bodegas y el resto del edificio es un centro cultural. Merece la pena visitar el restaurante aunque no vayas a comer allí. Doce pilares muestran trajes tradicionales de las mujeres de Berna, y representaciones de 31 músicos embellecen los espacios entre los arcos. Justo en frente de este edificio se puede ver la Französische Kirche, la iglesia más antigua en Berna. Además en esta plaza de Kornhausplatz se encuentra otra de las espectaculares fuentes ornamentadas, la de Kindlifresserbrunnen, que representa un ogro comiéndose a un niño. Esta plaza al igual que el resto del casco antiguo es realmente espectacular.
Continuamos el paseo por Marktgasse, donde aparecen nuevas fuentes ornamentadas, la Anna-Seiler-Brunnen y la fuente del cazador o Schützernbrunnen y por supuesto interminables hileras de comercios y restaurnates. La calle termina en otra torre con un reloj similar a la que ya habíamos visto, la Käfigturm. Y tras la torre encontramos otra nueva plaza alargada perpendicular, la Bärenplatz, con la pintoresca torre de la prisión, una antigua puerta de la ciudad - y siguiendo un poco más por la plaza al sur llegamos al extremo oeste del casco antiguo, marcado por la Bundesplatz. Esta última alberga el Bundeshaus (Parlamento), un majestuoso complejo, en forma de cúpula que domina la plaza. Las 26 fuentes en su exterior representan a los cantones suizos. Pudimos ver también Heiliggestkirche, no lejos de allí, que es una de las más bellas iglesias protestantes en Suiza. En la misma zona también pudimos ver el edificio de la universidad y una parada de autobuses y tranvías con una espectacular cubierta de cristal. Desde Bundesterrasse, un amplio paseo situado detrás del Bundeshaus se puede ver un buen panorama de los Alpes y del río, y también se puede descender hasta el fondo del valle del Aare por medio de un funicular. Aunque nosotros seguimos la visita por la parte superior.
El conjunto que forman estas plazas – Bundesplatz y Bärenplatz-y que se extiende hacia el norte es una zona muy animada y hay numerosos edificios interesantes que merecen la pena por lo que paseamos por esta zona y algunas calles laterales. Volvemos hacia la zona este del casco antiguo por la terraza del Bundeshaus que tiene continuidad hacia el este y nos permite observar diferentes vistas del río. Llegamos hasta la Casinoplatz donde también hay una buena colección de edificios excepcionales. De allí mismo parte un puente metálico - Kirchenfeldbrücke - bastante elevado con un par de arcos enormes sobre el río que nos obsequia con excelentes vistas del río y de esta parte de la zona vieja donde se encuentra la catedral que más tarde visitaremos. Desde el puente se ve también una especie de espigón en el río que lo separa en dos partes y donde hay un elegante restaurante. Cruzando el puente llegamos a la zona denominada Helvetiaplatz que alberga un buen número de museos, el más importante de los cuales es, probablemente, el Museo Histórico de Berna. Sin embargo nosotros visitamos el Museo Alpines Schweizerisches que esboza la historia del alpinismo de los Alpes y la cartografía con la ayuda de mapas impresionantes. Otros museos que se pueden visitar en la misma zona son el Museo de Naturhistorisches, o el Museum für Kommunikation. Más allá de los museos esta zona carece de interés, así que deshicimos el camino tras la visita y volvimos a la zona histórica.
Ya de vuelta recorrimos la Münstergasse hasta llegar a la catedral. Lo primero que hicimos fue subir hasta la aguja de la catedral pues estaban a punto de cerrar. La torre tiene 100 metros de altura y aunque se sube por una estrecha escalera de caracol las vistas desde arriba son espectaculares. De camino también puedes ver algunas de las campanas del edificio. Una vez bajamos pudimos apreciar con mayor tranquilidad la preciosa portada de la catedral con una representación del Juicio Final. También desde la amplia plaza a los pies de la catedral, colgada en las paredes del promontorio rocoso, hay bonitas vistas hacia el río. Siguiendo hacia el interior la calle Kreuzgasse llegamos hasta la Rathausplatz, donde se encuentra el precioso edificio del ayuntamiento. El ayuntamiento cuenta con una doble escalera y es un pintoresco edificio. Callejeamos por la zona para admirar las construcciones y callejuelas de esta zona durante unas horas.
Por último, al noreste del casco antiguo, el Jardín de las Rosas –Rosengarten-, es un gran parque con una maravillosa vista de la ciudad vieja y el meandro del Aare. Un pabellón y el jardín de lectura proporcionan un lugar para relajarse. Desde allí hay preciosas vistas y además muy cerca teníamos aparcado el coche con lo que fue el colofón para una visita muy intensa. Esa noche nos alojamos en Berna en el casco antiguo, por lo que pudimos disfrutar de la ciudad de noche. Con la iluminación de las calles el efecto de estar en un pueblo de cuento es todavía mayor. Cenamos en uno de los restaurantes de la calle principal, bastante caro, como todo por otra parte en Suiza y nos retiramos a descansar al hotel.
A la mañana siguiente dejamos Berna y por último mencionar que visitamos la montaña Gurten, al sur de la ciudad, que ofrece una amplia gama de atracciones como un ferrocarril en miniatura y una fabulosa torre de observación. En un día claro como el que hicimos la visita la vista de los Alpes es impresionante. La vista hacia Berna es bastante lejana aunque se puede ver el río Aare que se aproxima a la zona sur de la ciudad vieja donde destacan la catedral y el edificio del parlamento. Se llega en coche hasta la cima en coche y está a unos 7 Km de Berna. Merece la pena sobre todo por las vistas.
Como conclusión, decir que Berna es una ciudad maravillosa. Es muy compacta por lo que en un día se ve muy bien, aunque para un fin de semana también es una gran opción, con la visita al Gurten y un repaso a toda la zona vieja. Pasear por allí es una delicia y no nos hubiese importado pasar un segundo día en la capital suiza. Para comer hay numerosos restaurantes y también hay algunos establecimientos donde comer algo rápido si no quieres entretenerte como hicimos nosotros al mediodía.
Principales puntos de interés en Berna: