Hallstaat es sin duda el pueblo más bonito de Austria y uno de los más bonitos de Europa. Goza de una ubicación espectacular en la orilla occidental del lago Hallstättersee en la base de una ladera empinada, extendiendo sus pintorescas casas sobre una lengua de tierra que se adentra en el lago. Se asienta a la sombra del descomunal pico de Hohe Sieg, hogar de una antigua civilización y una de las muchas montañas que rodean el largo Hallstättersee de 8 km de largo y 2 km de largo.
La naturaleza ha sido caprichosa en este rincón oriental de los Alpes austriacos. Las orillas del lago son tan estrechas que la línea de ferrocarril se ubica en el lado opuesto del lago y tras bajarse en la estación de tren hay que tomar un ferry que atraviesa el algo y nos lleva hasta el pueblo. Nosotros llegamos en coche y el acceso también es bastante peculiar. La carretera atraviesa la montaña tras el pueblo por un largo túnel y más o menos a mitad de trayecto el túnel se abre a un aparcamiento excavado en la propia montaña donde hay que dejar el coche y bajar al pueblo por unas escaleras. La vista del pueblo y del lago desde el aparcamiento es ya muy bonita.
DÍA 1: HALLSTATT Y MINAS DE SAL
Hallstatt es un pueblo precioso, con sus pintorescas casas rústicas a dos aguas cayendo abruptamente hasta el lago. La casi ausencia de vehículos – solo los locales pueden introducir su coche en el pueblo – te deja espacio libre para explorar la pequeña Marktplatz triangular, y las callejas circundantes, tranquilamente. Merece la pena pasear tranquilamente por las callejuelas y ascender por algunas de ellas con sus tramos de escaleras para disfrutar de preciosas panorámicas del pueblo. Es una imagen de cuento de hadas. La Marktplatz es una pequeña plaza rodeda de vistosos edificios con sus balconadas de madera y pintados de colores muy vistosos. Allí al lado se levanta la iglesia Evangelische Pfarrkirche, un edificio sencillo pero precioso por su integración en el conjunto de los edificios del pueblo y cuyo interior es bastante modesto.
Desde la plaza accedemos por un callejón junto a la iglesia a la zona de los embarcaderos, con bonitas vistas del lago. En la orilla hay edificaciones de madera muy curiosas para guardar las pequeñas embarcaciones que navegan por el lago. Todo el frente del lago está ocupado por las casas apiñadas unas contra otras, pero de vez en cuando un callejón nos da acceso a la orilla para disfrutar de las vistas.
La principal atracción es la pintoresca población en sí, y para realmente disfrutar de este pueblo increíble, uno necesita tomarse su tiempo. Hay que tomárselo con calma e ir a dar largos paseos, descubrir calles ocultas y admirar el precioso paisaje. Así nos dirigimos hacia el sur por el paseo del lago hasta llegar a una zona de expansión del pueblo donde la orilla se ensancha y desde donde hay zonas verdes en la misma orilla del lago con fantásticas vistas.
Tras este relajante paseo volvimos al centro, explorando callejones que llevan a casas sobre la ladera de la montaña sobre largos tramos de escaleras. Visitamos después la iglesia más interesante de Hallstaat, la iglesia católica Pfarrkirche levantada sobre el lago en una terraza al norte de la Marktplatz. La terraza en si ya merece la pena porque nos ofrece unas vistas espectaculares del pueblo y del lago y avanzando por la misma se llega al cementerio situado detrás de la iglesia. El portal sur está adornado con escenas del Calvario. En el interior hay alguna decoración interesante. Pero lo que realmente merece la pena de la iglesia es llegar hasta el cementerio, donde se alza la pequeña casa de piedra llamada Beinhaus. Debido al espacio limitado en el cementerio, los huesos de los difuntos fueron recuperados de la tierra y almacenados aquí –Casa de los Huesos-, con los cráneos dispuestos en los estantes superiores y otros huesos apilados ordenadamente debajo. Las calaveras fueron pintadas por el sepulturero de la ciudad. Es una vista realmente curiosa, quizás algo macabra pero singular.
Más allá de la iglesia siguiendo la orilla del lago hacia el norte una estrecha carretera nos va sacando poco a poco del pueblo y nos lleva hasta una zona desde donde están las mejores vistas de la población. Desde aquí se ve perfectamente la lengua de tierra con las casas apiñadas sobre la ladera y las dos iglesias, con los embarcaderos junto al lago. Desde allí la carretera continúa por una zona donde la montaña solo deja hueco a una hilera de casas hasta llegar al punto donde la carretera principal emerge de la montaña tras atravesarla por el túnel. Entre tanto paseo se nos había pasado toda la mañana así que fuimos a comer algo a la Marktplatz en uno de los diferentes restaurantes que hay por la zona. Nos sorprendió lo asequible de los precios, muy similares a los de España.
Tras comer fuimos a visitar la mina de sal, situada sobre el pueblo. Para ello fuimos andando hasta la zona sur donde pasa la carretera principal antes de entrar en el túnel y allí se toma un funicular que nos lleva a la parte superior de la entrada de la mina. El funicular va incluido en la entrada a la mina. Según llegas allí hay un mirador espectacular sobre el pueblo, una pasarela triangular suspendida en el vacío que tiene unas vistas realmente maravillosas de todo el lago, las montañas y el propio pueblo. Tras disfrutar de las vistas entramos a la mina, en la última visita que en verano es a las 4 de la tarde – esto es Europa -. La visita a la mina fue bastante interesante. La explicación fue en alemán e inglés. Es una visita guiada y durante el camino a la entrada de la mina ya vas viendo algunos puntos y paneles donde se explican aspectos de la vida en la zona en la antigüedad… En la mina pasamos por varias galerías y bajamos por dos toboganes de madera – ideal para amenizar la visita de los niños - , vimos un lago y tras explicarnos muchas cosas sobre la mina y algunas curiosidades salimos de la mina en un pequeño trenecito – otro aliciente para los más pequeños -. La verdad es que la entrada es algo cara pero es una experiencia maravillosa. En total la visita lleva algo más de una hora y cuarto. En cualquier caso si no quieres visitar la mina, lo que es imprescindible es subir al mirador de la parte superior del funicular, conocido como Skywalk. El mirador es también accesible por un camino que viene del pueblo y salva la ladera a través unos cuantos zigzags.
Todavía nos quedaba por ver el museo de la ciudad pero como ya estaba cerrado a la bajada del funicular dedicamos el resto de la tarde a pasear tranquilamente y disfrutar del lugar. La verdad es que el pueblo es maravilloso. Cenamos algo de nuevo en la Marktplatz y nos fuimos a la casa donde nos alojábamos. Estaba en la parte alta del pueblo y para llegar con las maletas desde el aparcamiento hasta allí fue una pequeña odisea.
DÍA 2: MUSEO Y SUBIDA AL PLASSEN
Tras desayunar nos fuimos a visitar el pequeño museo del pueblo. Y es que Hallstaat además de ser un pueblo idílico de montaña es un lugar donde se han encontrado restos de asentamientos humanos importantes de la antigüedad. Muchos de los hallazgos de la Edad del Hierro que hicieron famosa la ciudad se pueden ver aquí, en este museo sitaudo cerca de la Marktplatz, en el centro del pueblo. Los instrumentos de minería de madera, las mochilas de piel usadas por los mineros de la Edad de Hierro así como joyería y dagas forman parte de una buena colección.
Tras la visita al museo hicimos una preciosa ruta de senderismo para legar a la cima del Plassen la montaña de Hallstatt. Es una ruta de unos 12 Km y que ida y vuelta nos llevó unas 7 horas y media. Eso sí, con comida y muchas paradas para disfrutar del paisaje. Para aliviar algo la ruta tomamos el mismo funicular que el día anterior para llegar a la mina de sal y así evitarnos el primer repecho. Desde allí tomamos un sendero escarpado que conduce a la parte superior de Salzberg. La pista del bosque se curva después abruptamente hacia el Hohen Wasserstollen (túneles tallados por el agua). El camino a la cumbre del Plassen comienza por encima de estos "Wasserstollen". Hay una cruz en la cumbre de la montaña y desde aquí hay impresionantes vistas panorámicas. Se puede ver la accidentada cordillera de Gosaukamm, y el Schafberg sobre el lago Wolfgang, e incluso las montañas bávaras en Alemania. Para volver, deshicimos la misma ruta hasta llegar a la estación superior del funicular. Desde allí llegamos a Hallstatt de nuevo tras tomar el funicular.
Y como ya no nos quedaba mucho tiempo aprovechamos para hacer otra cosa que nos había quedado pendiente el día anterior. Tomamos el ferry que cruza el lago hasta la estación de tren simplemente para disfrutar de las vistas del pueblo y de la montaña desde el lago y hacer un pequeño viaje por el lago. Es un viaje corto pero que merece apena por las vistas. Una forma maravillosa de completar un día de senderismo. Y así volvimos al pueblo para cenar en nuestra última noche allí.
DÍA 3: OBERTRAUN y DACHSTEIN
Dejamos nuestra casa y tomamos el coche para dirigirnos a otro lugar precioso en el entorno de Hallstatt: el mirador de los Five Fingers sobre el lago de Hallstatt. Para ello nos desplazamos al vecino pueblo de Obertraun, en la punta sureste del lago Hallstaater. Allí paramos para dar un pequeño paseo por la orilla del lago, diez minutos a pie al oeste del centro del pueblo. Tras esta breve parada nos dirigimos a nuestro objetivo. Desde Obertraun se puede acceder mediante teleférico al macizo del Dachstein, una montaña de unos 300 metros que se eleva sobre el lago de Hallstatt.
Las cuevas de Dachstein sobre el pueblo de Obertraun son una de las excursiones más populares en la zona y desde luego una visita obligada si se está por aquí. Hay dos grupos de cuevas para explorar: la impresionante Rieseneishöhle – cueva de hielo -, cuyas galerías están adornadas con formaciones de hielo dramáticamente iluminadas, y la Mammuthöhle, que carecen de hielo, pero incluyen la llamada "Catedral de medianoche ", donde imágenes abstractas y psicodélicas se proyectan en las paredes de la caverna creando efectos dramáticos.
Para llegar a las cuevas, tomamos el teleférico al sureste de Obertraun. El viaje en teleférico es una excursión maravillosa, ya que nos permitió unas vistas impresionantes del Hallstättersee abajo. Para llegar a las cuevas, bajamos en la estación central, Schönbergalm. Desde allí a las cuevas de hielo apenas tardamos unos 15 minutos, aunque por un camino en constante subida. No obstante el camino es muy cómodo y la visita es espectacular. Es una visita guiada de una hora más o menos. Avanzamos por el interior de las cuevas viendo las formaciones de hielo espectaculares que hacen de estas cuevas unas de las cuevas de hielo más espectaculares de hielo del mundo. La visita tiene el encanto de una visita a una cueva normal pero con las columnas, cascadas y otras formaciones de hielo. Es una visita altamente recomendable, aunque también la entrada es algo cara. Nosotros compramos una entrada combinada a éstas, las Mammuthöhle y el propio teleférico.
Tras la visita a la maravillosa cueva de hielo deshicimos el camino hasta Schönbergalm, donde nos había dejado el teleférico. Desde allí accedimos a las cuevas Mammuthöhle, hacia el otro lado de la estación. El camino es más o menos de otro cuarto de hora aunque esta vez por terreno más llano. Las cuevas fueron un poco decepcionantes, al menos tras haber visto las de hielo. No hay estalactitas ni estalagmitas ni nada de hielo, solo una serie de cavidades rocosas, eso sí algunas de un tamaño impresionante y con una iluminación muy bien cuidada. Hicimos el recorrido guiado y nos desplazamos de nuevo al teleférico. Comimos algo antes de continuar con la visita y desde allí subimos un tramo más de teleférico hasta la estación de Krippenstein a más de 2000 metros de altitud.
Allí hay un sendero que nos lleva a dos miradores realmente espectaculares. El primero de ellos, el Welterbespirale, es una plataforma metálica en espiral que tiene muy buenas vistas hacia las montañas por un lado y por el otro hacia el lago, aunque se ve muy lejano y solo parcialmente. Hacia las montañas en primer plano tenemos una pintoresca capilla con el imponente fondo de la mole rocosa detrás. En el propio mirador también hay mucha información sobre los diferentes lugares que se pueden ver en el Dachstein, que es un verdadero conglomerado de atracciones naturales y culturales. Seguimos el sendero hasta el borde de la cordillera y llegamos a otro mirador, el más impresionante de los dos: el mirador de los Five Fingers o Cinco Dedos. Se trata de una plataforma que cuelga sobre el vacío con cinco pasarelas a modo de los cinco dedos de una mano. Es un mirador no apto para los que padecen de vértigo pues las pasarelas cuelgan en el acantilado con unas vitas sencillamente increíbles. Esta es una zona de alta montaña donde hay muchas opciones de senderismo. Nos quedamos con pena de no poder hacer alguna ruta por esta zona, de una belleza excepcional. Mucha gente se tira en parapente desde esta zona y es muy espectacular ver como se lanzan al vacío desde esta impresionante altitud.
Descendimos los dos tramos de teleférico y ya en Obertraun hicimos un sendero bastante sencillo que sube hasta un bonito mirador sobre el lago y las montañas. Comparadas con las vistas que habíamos disfrutado desde las montañas no eran nada espectaculares pero fue un agradable paseo por la naturaleza con vistas preciosas al llegar al Wasserfallwand (muro de la cascada) sobre Obertraun. Después de aproximadamente una excursión de una hora, nos encontramos con una maravillosa vista panorámica sobre Obertraun y el lago Hallstatt. El camino comienza junto a la Iglesia Católica en Obertraun y también ofrece vistas del hermoso lago Hallstatt y la bahía de Obertraun. Y tras regresar al coche dimos por concluida esta maravillosa escapada que incluye uno de los pueblos más bonitos que hemos visto nunca y una zona natural de una belleza excepcional.